sábado, septiembre 30, 2006

DONDE CAEN LOS ÁNGELES

Atardecía, ya llegada la noche y mi alma aún no volvía; aún continuaba en trance mi espíritu; la vida, en el amor se desvanecía; aquel que una vez me hubiese dado de comer y llevase al paraíso. En los recuerdos, el reloj del tiempo amenazaba con mi final y acechaba con terminar en mi mente; envuelta en la locura, yendo de aquí para allá, transitaba sin ver el lugar, sin ver donde cruzar, me perdía, me volvía a encontrar, y siempre me hallaba en el mismo lugar...
Ese lugar, mi limbo, rodeado de estrellas que en mis venas corrían, deambulando por mi ser... ese sitio que conmemoraba a la más bella fiera criatura de los infiernos celestiales, que alguna vez transitasen por los cielos que le correspondiesen.
Por sobre las paredes, traslúcidas figuras colgasen, como pequeñas campanitas de oro, llamándome a un viaje sin retorno, hacia lo eterno, un viaje de arpas cuyos placeres fuesen infinitos, llenos de ficticia realidades, de seres inocuos a la verdad que caminen por pasillos de laberintos apartados de alguna verdad elocuente. Se derrumbaban mis esperanzas, mientras las penas emergen de lo recóndito de mi corazón, la desazón sé hacia larga y duradera, hasta el punto en el que no parecía vislumbrarse jamás el desafío del eterno Dios, los ángeles, de tinte blanco, se acercaban, desde aquellas lejanas figuritas, haciendo titilar fuertemente a las campanitas en mis oídos, sé agudizaba la taquicardia en mi palpitar, en ese lugar donde no caben corazones, donde aumentaba el poder de mi litigio, y más allá de todo el viaje, continuaba emergido en la infinita soledad y ese paisaje de blanco fondo que parecía no terminar jamás.
Vagante el alma erraba los caminos, en ese lugar pequeñamente eterno se deslizaban los murciélagos en la noche, sin paz que encontrar, donde los ángeles lloraban a la pena del hombre tristemente humanizado, ese lugar de a poco apagaba, a la esperanza, pero aún así, taciturno, y casi testarudo, y ya sin ganas de vivir, sólo seguía, en agonía, me lamentaba sin abrazos de dolor, pena, o de amistad. La alfombra blanca, almohadillaba en mis pies desnudos, un reconfortante vuelo de calor; me sentía libre, más bien, por primera vez era libre dentro de esas cuatro eternas paredes sin salida alguna, más que la imaginación de cada cual que por allí transitase, por ese lugar... ese lugar lleno de vidas errantes, sin amor, sin verdad y sin justicia... ese lugar lleno de desconsolados afectos... ese lugar... allí mismo en donde caen los ángeles

1 comentario:

Squizo_Doll dijo...

uhh
no quise seguir leyendo, sino me podría a llorar... lo siento, ando un poco vulnerable por estos días... la verdad me encanta hablar contigo, la conversación de hoy ha sido realmente buena, creo que ambos hemos conocido más acerca de nuestras realidades, que por muy lejanas que sean, spersiguen los mismos ideales...

Un besito mi niño...

cuidese mucho...


Lo quiero Harto...


Carito.