otra vez camino solo, no hay más consuelo que la realidad, buscando monólogos pegados en la pared, buscando los por qué de las preguntas sin responder
recuerdos en la memoria olvido del presente, el futuro en pretérito guardando los versos, que tal vez: nunca escribí, la sonrisa de la luna alimenta otra vez mi paso, en adoquines falsos de veredas rotas
El día ya no alcanza, para completar lo que queda de la noche, pero tu luz ilumina con la inocencia de los perdidos
para cuando se terminen los que gritan, los que temen, cuando la libertad deje de ser una, y sea para todos
En la nada te llaman, para completar al todo que terminó por terminar, que acabó por empezar, y empezó para acabar
desnudando luces de algodón viertes lo que queda de la copa en un sorbo y sin pensar, renglones de un verso sin inspiración, sin el vuelo de la razón, de la imaginación
para cuando se terminen los que gritan, los que temen, cuando la libertad deje de ser una, y sea para todos
Un destino puede truncarse, en esos ojos puede quedarse, en esos labios enredandose, entre palabras y sin sabores sobre el regazo de los sueños
Donde la ciudad me resulta empírica, infierno surrealista en la decadencia de historias con finales abiertos y sin principios, conflictos tan eternos y sin escencia
Y tú destino vuelve a dormir; dejando a tus sueños vivir por vos descansando al costado de tu esquina girando al borde del abismo volcando y cayendo otra vez